La miel monofloral de castaño varía en sus matices de sabor según la climatología del año de cosecha. Su aroma floral con componentes a madera seca acompaña el sabor dulce con notas amargas, más o menos presentes según la abundancia de la floración de las ericáceas en ese año.
En la castra se escogen los paneles con mayor contenido de castaño y, después de dejar un tiempo de decantación, se realiza en el laboratorio una prueba de análisis polínico que certificará que el contenido de polen de castaño en la muestra analizada es mayor del 70 %.