El origen de las abejas ha sido una fuente de fascinación para muchas culturas antiguas. En la mitología griega, las ninfas de la diosa Gea enseñaron al dios Aristeo, hijo de Apolo, a domesticar y mantener las abejas en colmenas, por lo que se le consideró como el primer cuidador de abejas en la historia, su guardián.
Si viajamos más atrás en el tiempo, nuestra relación con la abeja melífera se remonta a los inicios de la historia de la humanidad.En el arte rupestre prehistórico realizado por los San (bosquimanos) del sur de África, encontramos un ejemplo de representaciones de abejas y sus nidos, lo que sugiere que tenían gran importancia en la edad de piedra. De hecho, la abeja forma parte de su mito de la creación. En este mito se cuenta que una abeja agotada después de llevar una mantis a través del río y dejarla en una flor flotante muere, pero antes planta una semilla en el cuerpo de la mantis de la que nace el primer humano.
En las civilizaciones del antiguo Egipto tenemos constancia de la importancia de las abejas domesticadas. En esta época adquieren un significado místico, apareciendo como insecto sagrado en jeroglíficos en las tumbas, dónde actuaba como un puente entre el mundo natural y el inframundo. Las abejas simbolizaron para muchas culturas el alma que vuela lejos del cuerpo como en Siberia, Asia central o en América del sur.
Las cualidades de las abejas y sus relaciones comunitarias en la colmena ofrecieron una fuente de inspiración desde la antigüedad. Las abejas y la miel, se relacionan con la elocuencia y la palabra hablada o escrita. Según la leyenda, algunas abejas se posaron en los labios de Platón cuando era un niño, lo que se interpretó como un signo de su futura brillantez con las palabras. También en la India encontramos referencias de este tipo, en los que las abejas representan el espíritu intoxicado con el “polen del conocimiento”.
Este pequeño viaje por el pasado de la historia de la humanidad es un ejemplo de la importancia que tuvo para nosotros este insecto. Aunque su historia comienza mucho antes que la de la humanidad, en concreto existen dataciones de la existencia de las abejas hace 150 millones de años, incluso sobrevivieron a la extinción del jurásico hace 80 millones de años. Las abejas se especializaron en la polinización y hoy en día se calcula que un tercio de la producción de los alimentos dependen de su labor.
Hoy en día los cambios de uso en los terrenos agrícolas, los monocultivos, el uso masivo de pesticidas e químicos, la contaminación del auga o su escasez, y por supuesto, el cambio climático, comprometen su supervivencia. Aunque no podemos asegurar que desaparecerán porque si sobrevivieron a una extinción: ¿porqué no conseguirán sobrevivir de nuevo aunque las condiciones climáticas y ambientales que estamos creando sean su trampa mortal?
Quizás tendríamos que pensar en ellas como un aviso casi divino, referenciando su simbología antigua, un puente entre el medio natural e lo que puede ser nuestro inframundo, excelentes bioindicadores de la calidad del medio natural que compartimos y cuidadoras de nuestra supervivencia coma especie.